Economía

«Corrupción» y «Crisis» son acaso las dos palabras que mayor frecuencia han alcanzado en los últimos años que corremos, si empezamos a contar a partir del 14M del año 2004, a raíz de la masacre de Atocha, hábilmente utilizada por el partido de la oposición de entonces (el PSOE) para recanalizar las oleadas de indignación contra el gobierno de Aznar (PP) tras su reunión con los gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra y Portugal, en la Cumbre de las Azores, para apoyar la entrada de España en la Guerra del Irak. Podemos asegurar que entonces ya había rumores que alertaban sobre ciertos indicios de corrupción escandalosa en el gobierno popular, así como también había rumores sobre los peligros de la «burbuja inmobiliaria» en España, puestos de manifiesto tras la quiebra de bancos internacionales que gestionaban los fondos de inversión norteamericanos años después. Sin embargo, cuando estalló la crisis económica norteamericana (la bancarrota de Lehman Brothers en 2008) y se empezó a conocer su impacto en los bancos españoles, el gobierno socialista de Zapatero, que había comenzado ya su segunda legislatura, no reconoció o no quiso reconocer la crisis económica (la corrupción se atribuía sencillamente al gobierno popular), ni tomó, por tanto, las primeras medidas; tardó casi tres años en reconocer la crisis y fue dando tumbos hasta que perdió las elecciones de noviembre de 2011. Todo el mundo hablaba ya de la crisis, que se hacía evidente en la calle por el incremento del desempleo, cierres de empresas, aumento de la deuda pública, &c.